Playa, brisa, mar y una comida suculenta es lo que tiene pasar 24 horas en un hotel all inclusive del Caribe
Son las 8:00 de la mañana y es hora de levantarse. Lo primero que hago es salir al balcón, dejo que mis ojos se deleiten con la vista y que el viento cargado de sal se me pegue a los huesos. Luego viene una ducha rápida, bañador, ropa de playa y el bolso cargado de cosas, bronceador, crema solar, gafas, cámara, música y un buen libro.
El desayuno es mi comida favorita del día, en especial en este tipo de hoteles donde la selección de comida es tan amplia que podrías comer distinto seis o siete días seguidos. Hoy me decidí por un buen plato de fruta, piña, papaya y sandía, acompañada de jugo de naranja recién exprimido. Luego tengo ante mí unos esponjosos waffles con miel, un poco de crema inglesa y frutos rojos variados.

Luego de reposar el desayuno con un café negro, me espera la playa. La arena es de esas suavecitas que no se te pega al cuerpo, el lugar es como de sueño y la brisa hace que el radiante sol no pegue tan duro.
Me gusta broncearme un rato escuchando música y dejando que el ambiente me relaje, pero cuando ya tengo mucho calor me dirijo al área de la piscina, pues no me gusta meterme al mar.
Tomo una tumbona cerca al bar, dejo mis cosas y me doy un baño en la refrescante piscina, que por cierto es inmensa, con islas y sillas dentro de ella. Me merezco el primer cóctel del día, así que escojo el bar dentro de la piscina para no tenerme que salir.
Hay tanta variedad que me toma un momento poder decidirme, un colorido vaso que veo a mi lado me llama la atención y decido pedir ese mismo; creo que era piña colada, con curazao azul y algo de fresa, que formaban una mezcla radiante y llamativa.
Mientras bebo mi trago y tomo un poco de sol veo que están jugando volley playa, así que vuelvo a la arena para verlos jugar; algunos son experimentados, otros son huéspedes, que como yo, disfrutan de sus vacaciones.
El almuerzo es relajado en este tipo de planes, puesto que se le da más campo a la diversión, el mar, la piscina, los cócteles y los juegos al aire libre. Estás tan ocupado pasando rico que el almuerzo es lo último que se te pasa por la cabeza. Unos nachos, una carne de hamburguesa con algunas papas fritas o una ensalada de la barra son opciones que me gustan para este tipo de viajes.
Disfruto mucho del sol, de un buen libro leído al compás de las olas, y hasta de una clase de hidro-aeróbicos al finalizar la tarde. Me gusta caminar por la playa, participar en un concurso de baile al lado del bar de la piscina o tomar cervecita relajada en el jacuzzi con los amigos.
Es un plan tan diverso que no me aburriría nunca, además el aire que se respira al lado del mar me genera frescura y calidez. Cuando baja el sol, más o menos a las 6:00 pm, es hora de volver a la habitación, hago un poco de peresita mientras me refresco con el aire acondicionado.
Ahora viene la parte interesante, arreglarnos para la cena; elijo una vestimenta casual pero moderna. Ahora si tomo una ducha larga, me lavo el pelo y me quito la arena, el bronceador y la sal. Salgo como nueva.

El comedor es elegante, hoy elegí el restaurante italiano, uno de los insignias de casi todos los all-inclusive. Pido una copa de vino y una ensalada caprese de entrada. La carta no es muy variada, pero los platos se ven exquisitos, así que me decido por una pasta con tomate y albahaca. Y de postre… un inigualable tiramisu.
Mas tarde comienza la fiesta, el bailoteo y el show. La noche es joven pero la música llama a la diversión, a moverse, a pasarla bien. En el bar escojo un cosmopolitan, algo más fuerte para la noche. Y bailamos y gozamos hasta la madrugada. Al otro día nos espera una nueva aventura.
Esto es un relato muy personal escrito hace mucho tiempo. Unos cuantos años después, he aprendido a describir mejor los destinos, a descubrírselos al lector de una manera menos personal y aún así emocionarlo e invitarlo a viajar. Perdona si al leer este artículo te choca un poco su narración; como dicen por ahí, el tiempo hace al maestro.
Increíble! De algo así hablaba en mi última entrada! 🙂
Me ha encantado. Me has hecho teletransportarme