Qué hacer en esta zona de Italia; desde probar la auténtica pizza napolitana hasta serpentear entre estrechas carreteras que llevan a paraísos costeros
¿Siete cosas que hacer en Nápoles (Italia) y en su bella costa Amalfitana? Qué difícil decisión porque hay tantísimo por hacer. Pero bueno, empecemos por el principio… Italia es uno de los países europeos que más turistas recibe al año y esta zona del sur es quizás una de las más olvidadas. Paraísos que se llevan casi todo el protagonismo, como Roma, repleto de monumentos antiguos que deslumbran por su belleza; o Venecia, con sus infinitos canales y sus hoteles y botes de lujo.
Luego están otras ciudades , algo menos famosas, como Verona y sus aperitivos al atardecer con toques románticos, Bolonia y todas sus delicias gastronómicas o Bolzano y su pasado austriaco. Y, aunque la decadencia y el desorden de Nápoles pueden espantar a muchos, es cierto que tiene un encanto que merece ser saboreado; además, la Dolce Vita y el espíritu mediterráneo de la Costa Amalfitana, igual vale la pena el viaje.

Sigue leyendo si esta zona del sur italiano te llama la atención y si quieres conocer un decálogo de planes indispensables. Por supuesto, muchos de ellos son gastronómicos, porque como siempre digo, un destino se descubre mejor a través de su gastronomía. ¿Empezamos?
1. Perderse por las calles de Nápoles
Nápoles es anárquica, colorida, desordenada, ruidosa, decadente, canalla. Es una ciudad llena de motos y cuyo tráfico es caótico; yo, aún, no puedo creer que haya podido conducir allí. Pero también está repleta de música, de folklore, de gente alegre, de mercadillos, murales y souvenirs dedicados a Maradona. Sí, el astro del fútbol es algo así como un Dios.
Por todas estas cosas Nápoles es una urbe perfecta para callejear, para caminar sin rumbo fijo en busca de vistas insuperables, mercados de frutas, de plazas espectaculares como la Piazza del Plebiscito o de su famoso Castel dell’Ovo, cuya entrada es gratis y sus vistas al golfo de Nápoles impagables. Date el lujo de enamorarte el caos, de callejear entre todo tipo de tiendecillas, de degustar manjares en cada esquina y de descubrir el encanto canalla de esta urbe vigilada en silencio por el Vesubio.
2. Visitar la Gallería Umberto I
Otra de las cosas indispensables que hacer en Nápoles es visitar este precioso edificio, similar a la famosa Gallería Vittorio Emanuele II de Milán. Esta galería comercial de estilo modernista y enclavada en medio de la caótica Via Toledo, consiste en cuatro pasillos cubiertos por una espectacular bóveda fabricada en hierro y vidrio. Dentro está Ke’kafé, un sitio ideal para descansar del bullicio de la ciudad y para degustar un delicioso tiramisu o un cannoli de pistacho.

3. Alquilar un coche y serpentear por las estrechas carreteras de la costa
Luego de perdernos en el caos de Nápoles y vivir algunas de las cosas en la lista de qué hacer en esta ciudad de Italia, podemos alquilar un coche y aventurarnos y, si somos lo suficientemente valientes y experimentados, conducir por las serpenteantes y estrechas carreteras de la preciosa costa Amalfitana, un entorno único protegido por la Unesco.
Este es un popular destino vacacional repleto de playas para todos los gustos, restaurantes tradicionales y una ribera accidentada en la que pululan a su antojo villas pesqueras y mansiones de colores pasteles. Este es, seguro, uno de los itinerarios en coche más espectaculares del mundo.
Lo primero que hay que hacer tras lanzarnos al recorrido es disfrutar de las impresionantes vistas desde lo alto de los acantilados, divisar el mar y respirar calma, antes de seguir conduciendo entre curvas imposibles y autobuses que te llegan de frente y a los que hay que dar paso porque la calle no es lo suficientemente ancha para ambos vehículos. Adrenalina pura.
4. Bajar hasta la playa de Positano para la mejor panorámica de sus casas de colores
Quizás Positano sea el pueblo más conocido de toda la costa Amalfitana, sus casas de color pastel encaramadas en la montaña, divisando al mar, tendrán mucho que ver con ese encanto colorido y de Dolce Vita que desprende. Tras aparcar el coche, nos queda sumergirnos en sus estrechas callejuelas, repletas de escaleras, talleres artesanales y tiendas de souvenirs, jabones o limoncello.
Tras recorrerlas todas y comprar algún recuerdo, hay que bajar hasta la playa porque desde abajo es desde donde puede apreciarse la belleza de su panorámica; esa que merece una foto de postal. Aunque la playa pública puede estar algo abarrotada (tanto de gente como de botes), el colorido lo hace todo y merece la pena las vistas.

5. Tomar un sorbete de limón en Amalfi
Además de broncearnos en sus playas, degustar sus mariscos o impresionarnos con sus vistas de postal, otra de las cosas que hacer en Nápoles y sus alrededores es apreciar su arquitectura. En Amalfi, uno de los pueblos más bonitos de los 16 que conforman la costa, encontramos una impresionante catedral románica, el Duomo de Sant’Andrea Apostolo, un ejemplo de la arquitectura siciliano-arabesca, cuyo ‘claustro del paraíso’ cuenta con una clara influencia oriental.
Por otra parte, no puedes perderte el gracioso sorbete de limón que todos parecen degustar en los veranos especialmente calurosos. Es curioso por la forma en la que se sirve, dentro de un limón gigante. Lo primero, antes de degustarlo es tomarle una foto, ideal para el feed de Instagram.

6. Comer una auténtica pizza napolitana
La pizza es uno de los manjares más famosos de mundo. Los estadounidenses han inventado sus propias versiones que se han copiado a lo largo y ancho del globo; pero, si lo que queremos es una auténtica pizza napolitana, hay que ir hasta esta ciudad del sur de Italia para probarla. Y es que, no hay dudas, de que es en Nápoles donde se come la mejor pizza del mundo.
Una masa elástica y deliciosa, fina en el centro y gruesa en los bordes, que se come con la mano, doblada, sintiendo cómo la abundante salsa de tomate cae por tus dedos y saboreando cada uno de sus exquisitos ingredientes. Desde la clásica Margherita, preparada con tomate, mozzarella, aceite y albahaca —en honor a la Reina Margarita y a la bandera italiana—, hasta sabores más atrevidos con base de crema, con rúcula y prosciutto o, incluso, con salchichas y papas fritas (personalmente no la probé, pero es famosa entre los niños).
La Pizzería Da Michele (Via Cesare Sersale, 1) es un local legendario que muchos recomiendan como indispensable, no sin antes prepararse psicológicamente para la larga fila que precede su fama. Si eres de los que no hace fila para comer (como yo), en casi cualquier restaurante, trattoria o rincón de Nápoles y sus alrededores puedes encontrar una pizza exquisita.
7. Degustar otras delicias italianas
Lo mejor es que Nápoles no es solo su fantástica pizza napolitana; esto, gracias a que que una de las cosas que hay que hacer en Italia es disfrutar de su gastronomía. Un país con tantísimo por descubrir a nivel culinario, que necesitaríamos varias vidas para probarlo todo.

En lo que a Nápoles y la Costa Amalfitana respecta hay varias cosas indispensables, mi favorita, la Fior Di Latte. Tanto que estuve a punto de traerme de vuelta a Madrid una de esas neveritas que venden en el aeropuerto con estas delicias. Hablo de una exquisita bola de queso fresco que se derrite en la boca y que no debe confundirse con la mozzarella de búfala; similar pero ligeramente diferente. Ambos son muy famosos en la región de la Campania y se comen en el desayuno, la comida, la cena, la madrugada, cuando sea.
Luego, habrá que degustar frituras de pescado, pasta o risotto con frutos de mar (abundantes en la zona), ragú o pomodoro y, como no, alguno de los famosos dulces locales, como la sfogliatella o el babà, una masa fermentada en licor. Todo ello bañado con el famoso limoncello fabricado con limones cultivados en la bella Costa Amalfitana y la perfecta culminación de un viaje lleno de color, sabor y Dolce Vita.
Italia es el segundo país europeo, después de España, que más y mejor conozco; amo sus paisajes, tan variados y llenos de magia y su cocina tan auténtica, desenfadada y llena de color. Sin embargo, en este viaje a Nápoles, a la Costa Amalfitana y a Torre Annunziata, una pequeña ciudad a 20 kilómetros de la capital de la región de Campania, tuve la oportunidad de llevarme algo más, la hospitalidad de su gente. Gracias infinitas a Geri y a Yulian por mostrarme su pedacito de cielo y a Davide por esas sonrisas y esas miradas cautivadoras.

Me encanta leerte de nuevo; siempre tendrás esa forma peculiar de describir todo, que antoja!
Qué lindo homenaje a tus queridos amigos, con este cierre.
Gracias Lili por tus lindos comentarios.
De verdad que con este relato de estos sitios invitan a disfrutar de tanta belleza
Gracias por este magnífica descripción de estos lugares
Muchas gracias Claudia, espero seguir inspirándote.