Paseos por la arena y chapuzones en el mar; arroces, pescados, mariscos y cava. Así luce el más tranquilo verano en Sitges
Situada en la provincia de Barcelona (Cataluña), Sitges mira orgullosa al Mediterráneo, consciente de su popularidad y de su belleza. Un verano en Sitges es, sobre todo, fotogénico; aunque también, gourmet, cosmopolita, divertido, sereno…
Las vacaciones sitgetanas transcurren entre tranquilas playas urbanas, restaurantes con vistas, caminatas por el paseo marítimo y calas enclavadas en medio de los escarpados acantilados de la Costa del Garraf.

Pero, antes de lanzarnos a sus aguas, conviene familiarizarse con su casco antiguo. Aún conserva ese aire de pueblecito marinero, con casas encaladas de ventanas azules custodiando pequeñas callejuelas. Lo curioso es que también es un hervidero del modernismo catalán con edificios como el Palau Maricel y museos como el Cau Ferrat, que reúne obras de este estilo artístico.
Y, por si fuera poco, al deambular por ese monumental paseo marítimo –desde la playa de la Fragata hasta la de Terramar–, nos encontramos con sendos casoplones al más puro estilo americano. Muchos ciudadanos de finales del siglo XIX hicieron fortuna en Cuba o Puerto Rico y, al volver, construyeron bellísimos edificios con aires coloniales.

Si los amantes del diseño y la arquitectura aún no han tenido suficiente, pueden escaparse hasta Cava Mastinell, en el pueblo cercano de Vilafranca del Penedès. Además de deleitarnos con su impresionante edificio, que simula botellas de cava apiñadas, podremos conocer el complejo proceso de elaboración de su exquisita cava.
Hora del baño
Tras el reconocimiento pertinente del casco antiguo (lo revisitaremos a la hora de comer), llega el momento más esperado de un verano en Sitges, el chapuzón en esas aguas mediterráneas de temperatura perfecta; ni tan fría como la de la Costa Brava, ni tan cálida como la de Benidorm, por ejemplo.

Lo primero será elegir la playa. Sitges cuenta con unas 19 playas y calas de diferentes características. Las hay más tranquilas y familiares, más cerca del centro o enclavadas en parajes de difícil acceso, también las hay nudistas o perfectas para practicar algún deporte.
La de Sant Sebastià es una de mis favoritas. No sé si por su aire tranquilo y su mar apacible o porque fue nombrada por el New York Times como la mejor playa urbana del mundo. Tras ella se apiñan diversos restaurantes y unas vistas excepcionales de la iglesia más icónica de Sitges, la parroquia de San Bartolomé y Santa Tecla.
Por su parte, mi cala favorita, esculpida entre los acantilados del Garraf y con un mar embravecido perfecto para jugar un poco con las olas, es la Cala Morisca. No es muy grande y es nudista (opcional), pero el paisaje, los bocadillos del chiringuito y ese aire bohemio, la hacen especial. Eso sí, el parking es de pago.

Entre la playa de la Fragata y la playa de Terramar se alza un paseo marítimo cuyas caminatas al caer el sol hacen las noches sitgetanas. Antes de ello cabe disfrutar del sol y del agua en cualquiera de sus arenales. Entre Terramar y La Barra, hay un pedacito de cantos rodados en el que suele haber poca gente.
El sitges gourmet
Además de chapuzones en el Mediterráneo, de baños de sol en playas de arena fina y de caminatas por el casco histórico, un verano en Sitges tiene un toque gourmet inigualable; evidentemente mediterráneo y marinero. La Zorra –arroz al revés– es perfecto para degustar el sabor a mar de Sitges.
Como anuncia su premisa “le damos la vuelta al arroz”, los platos de este restaurante, situado en pleno paseo marítimo, van de arroces sin igual. La joya de la corona es el de zamburiñas, calamares y salsa de salmorejo. Además, sirven unos mejillones en leche de coco, de otro mundo.

Aunque para probar el típico arroz a la sitgetana –incluye desde costillas de cerdo, hasta sepia, salchichas, almejas y gambas– hay que dirigirse a La Nansa. Aquí te encontrarás con una reinterpretación, muy acertada, de la gastronomía tradicional de Sitges.
Probar la cocina local es de obligatorio cumplimiento cuando viajamos a un lugar nuevo, pero deleitarse con platos más originales casi que también lo es. Para ello, Els Jardins del Retiro, es la mejor opción de Sitges. El gazpacho de frambuesa, los dados de maó rebosados, las patatas bravas o el pie de limón están para chuparse los dedos.

Además, tienen tapas de concurso; mi favorita: Tom Jones. Sopa Tom Yon (tradicional del norte de Tailandia hecha con más de 20 ingredientes) servida con tartar de gambas y maracuyá. Por manjares como estos es que vale la pena dejar el mejor sitio de la playa para ir a comer.
Este fue mi verano en Sitges, una combinación perfecta de buena comida, buena compañía y buenas playas. Chapuzones en el mar Mediterráneo, baños de sol, cócteles en bares de altura y caminatas nocturnas por el paseo marítimo.
Me llevaste a un viaje por Sitges, espectacular y maravilloso y sin estar físicamente en él , pude disfrutar cada lugar con un poco de historia y gastronomía
Gracias Gloria, es un placer lograr mi cometido de llevar a mis lectores de viaje con las palabras y las imágenes. ¡Un saludo!
Los que por culpa del covid 19 no tenemos acceso a playa valoramos este articulo, para sentir un poquito de olor a mar.
Qué bueno poder transmitir eso!!